JMJ Denver 1993. |
En estos días mucho
se habla de la "Jornada Mundial de la Juventud", pero no muchos saben el porqué
de éstas. Esto me lleva a hacer, también a mí un poco de historia y de memoria.
Memoria agradecida que merece ser compartida.
Podemos dar como año
de inicio 1975, si nos referimos a la clausura con la Marcha Internacional de la
Reconciliación Cristiana, en donde el Papa Pablo VI había recorrido el camino de
Francisco de Asís hacia Roma.
Pero, si hay un año
que marca el comienzo de las JMJ es el Jubileo de 1983-1984, Año Santo de la
Redención. En aquel Domingo de Ramos de 1984, más de 300.000 jóvenes
participaron del Jubileo Internacional. En dicho encuentro el Papa Juan Pablo II
también entrega a los jóvenes la Cruz de la Jornada Mundial. Con más o menos
exactitud, todos coincidimos en esta!
JMJ Denver 1993 |
Algunos se
preguntaran: ¿A quiénes les debemos estos magníficos encuentros? A dos grandes
amigos, a Juan Pablo II y al Cardenal Eduardo Pironio.
Y así, de esta manera
comienza esta hermosa peregrinación que año tras año, Jornada tras Jornada, se
va abriendo camino al encuentro de los Jóvenes con el Papa.
Yo he emprendido esa
peregrinación y me ha tocado hacerla desde distintos espacios. Como joven
peregrina desde Denver 1993, a París 1997, a Roma 2000 y como miembro del Comité
Organizador de la JMJ en Toronto 2002. Sí, todas durante el Papado de Juan Pablo
II. ¡Una bendición haberlo conocido y acompañado! ¡Y sentirme acompañada por el!
En todas la JMJ lo
que se vive es una experiencia conmovedora… mientras se participa de las
catequesis, los festivales, el recibimiento al Santo Padre o la misa de
Clausura.
La gran variedad de
personas que llegaban a cada ciudad sede para celebrar las Jornadas, me ha
enseñado, en cierto modo, que según su propio camino, cada uno va construyendo
la fe y la misión de todos…donde todo se comparte.
Recuerdo por allá, en
París, el Papa nos dio cita en Roma para el Jubileo del 2000, diciendo "vivir
para ver" y soñamos con volverlo a ver, lleno de energía. Las expectativas
fueron superadas. Nadie mejor que él sabía cómo encender los corazones cuando
habla de Jesús.
Para nosotros los
jóvenes fue muy bueno saber que en la cabeza de la Iglesia teníamos, en aquel
tiempo, un Papa fuerte, tan enérgico, tan extraordinario en toda su sencillez.
Juan Pablo II sabía infundir el amor de Padre, esa es la omnipotencia del verbo
que se hizo carne y habitó entre nosotros. Poquitos años más tarde su cansancio
ya empezaba a sentirse cada vez más.
JMJ Canadá 2002 |
He comprendido que
algunos acontecimientos, en nuestro camino, no suceden por casualidad. Y así
después de 9 años, tuve la posibilidad de formar parte del Comité Organizador de
la JMJ en Toronto 2002, la última Jornada de Juan Pablo II.
La participación en
este Comité ha sido para mí un reto y ha realizado en mí un cambio. Regresé a mi
país con una nueva esperanza para la joven generación del nuevo milenio y con
una mayor conciencia de que Cristo me llama a ser signo vivo de esa esperanza en
el lugar que me corresponde.
Todas esas alegrías,
las mías y las de todos los jóvenes presentes, iluminaban la ciudad, fueron y
son un importante signo para el mundo entero. La Jornada Mundial de la Juventud
es también la jornada mundial de la alegría, ahora me siento feliz con tan solo
recordar.
Tenés la posibilidad
de encontrarte con grupos de jóvenes por todas partes participando de esa
invasión pacífica, multicolor y plurilingüe. Encontrarnos es un gran don, estar
juntos supone una gran fuerza. Las cosas difíciles se van facilitando, todo
parece posible.
Se te pone la piel de
gallina al ver a todos esos chicos y chicas, y tantas banderas que ondean
juntas.
Encontrarte y
reencontrarte con jóvenes, de tu misma edad, de diversos lugares del mundo con
distintas historias a las nuestras, no tiene precio. Escuchar aquellas historias
en donde la opción del evangelio es una opción diaria de vida y llena de
dignidad, contra la pobreza y contra la guerra, a favor del respeto de las
diferencias y de la protección de la vida, es emocionante. Esa opción la hacen
en las calles, no con declaraciones escritas. ¡Realidades de Iglesias tan
distintas! ¡Realidades de mundo tan distintos!
Cruz JMJ Canadá 2002 |
Todavía hoy recuerdo
al Papa haciéndonos un pedido, que vayamos a "ocupar" otras plazas y otras
calles, aquellas de los mundos en que vivimos y que llevemos a los demás jóvenes
la belleza de las palabras que hemos escuchado y la belleza de la fe que
vivimos.
Ojo. Hay que ser
claros: El valor de cada JMJ no consiste en el número de participantes, sino en
la experiencia de transformación que la fe en Dios puede realizar en el perdón
que hace florecer, en la alegría que es capaz de despertar en la misericordia
que puede alimentar en la entrega y el servicio que sabe animar.
Desde mi primera JMJ,
allá por el ‘93, me ha acompañado la sensación de recibir un don, mucho más de
lo que, de acuerdo con mis propios límites, estaba dando. Y a pesar de que ha
sido un verdadero compromiso, no siempre fue fácil, en sentido de lo más
profundo de mi misma, una fuerza, que me domina, me sigue llenando de alegría e
ilumina mi vida.
Hablé de una Cruz que
nos fue regalada. Esa Cruz que cargué y entregué en Domingo de Ramos de 2003 y
pude reencontrar en el 2010. Al orar a los pies de la cruz, he sentido que en la
cruz todo se ha hecho realidad… el mundo sin barreras que hemos vivido en toda
la historia de las JMJ, el mundo redimido.
Las JMJ han sido para
mí una magnifica experiencia, una inmersión en una fe verdadera… todavía ahora
cuando hablo de ellas con amigos y compañeros de camino siento una alegría
enorme al repensar en todo lo que sentí al ver a tantos jóvenes, a ver a
millones de jóvenes.
Hoy tengo la certeza.
26 años más tarde, Latinoamérica, continente de la Esperanza recibió a SS
Francisco para vivir la XXVIII JMJ, en donde los jóvenes vivieron momentos
inolvidables y tan maravillosos o más, que los míos.
JMJ Canadá 2002 |
Doy gracias a Dios
por haberme dado la posibilidad de vivir esta aventura.